En un pequeño taller de Bilbao, rodeado de aceites esenciales, plantas secas y moldes de madera, una jabonera con más de 20 años de experiencia sigue una tradición que va más allá de la simple elaboración de jabón. Aquí, cada barra de jabón sólido artesanal se hace a mano, con dedicación, cariño y un profundo respeto por los ingredientes naturales.

 

La historia de esta jabonera es la mía, es la de una pasión por lo natural y el bienestar de la piel. A lo largo de los años, he perfeccionado la técnica de crear jabones que no solo limpian, sino que cuidan la piel desde su esencia. Selecciono cuidadosamente los mejores aceites vegetales, como el de oliva virgen extra o el de almendra dulce, que hidratan y nutren profundamente, y combino estos ingredientes con mantecas y hierbas.

 

Lo que hace especiales a todos mis jabones no es solo la calidad de sus ingredientes, sino el hecho de que cada pieza está hecha a mano, de principio a fin. Desde la mezcla exacta de aceites hasta el vertido de la masa en moldes, todo el proceso es artesanal, sin prisas ni atajos. Esto le da a cada jabón una personalidad única, como si cada uno llevara consigo un pedacito de mí.

Usar uno de estos jabones es mucho más que lavarse las manos. Es un ritual de cuidado personal que nos reconecta con lo natural y lo auténtico. Al hacer espuma en nuestras manos, sabemos que estamos usando un producto elaborado de manera ética y sostenible, que no solo beneficia a nuestra piel, sino también al medio ambiente. Sin envases plásticos ni químicos nocivos, estos jabones son un reflejo de cómo podemos volver a lo simple, sin renunciar a la calidad. Porque la belleza real está en lo que se hace con las manos y el corazón.

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